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El conflicto de Siria se ha convertido en una guerra subsidiaria en la que se enfrentan los intereses geopolíticos de grandes potencias

ARABIA SAUDITA  VS  IRAN

ESTADOS UNIDOS  VS  RUSIA

Irán tiene varios motivos para apoyar el régimen de Bashar Al-Assad. En primer lugar impedir que

Arabia Saudita (estado suní, contrario a los chiitas que gobiernan Siria),

adquiera un importante crecimiento frente al resto de países de  Oriente Medio y, por otro lado, conservar

su mercado armamentístico con el Líbano, de ahí que

suministre munición y personal especializado a Siria para combatir a las fuerzas de la oposición.

El conflicto entre estas potencias se remonta a la Guerra Fría y Rusia lo tiene bastante claro, no es más que el deseo de Putin por ser reconocido como actor de primer orden en la escena internacional y que Estados Unidos les trate en pie de igualdad. El gobierno americano optó por una postura de no intervención directa en el conflicto sirio, pero, al contrario que Rusia, tenía claro que Assad debía ser derrocado y apoyaba a los rebeldes. Pero su política de no intervención cambió en 2014 cuando bombardeó los puntos estratégicos del ISIS.

RUSIA

ALIADOS

IRAN

Putin es el principal beneficiario de esta alianza, ya que su mayor interés es que Siria tenga un gobierno fuerte para que actúe como un muro blindado entre Rusia y el extremismo islámico. También entra en juego el interés estratégico -militar, ya que Siria alberga en Tartus, al sur del país, la única base naval rusa en el Mediterráneo.

Bajo el pretexto de que los ataques aéreos realizados por las Fuerzas Aeroespaciales Rusas sobre el territorio sirio estaban “exclusivamente dirigidos a erradicar a los combatientes del Daesh y del Frente Al-Nusra”, su verdadera motivación era atentar contra los rebeldes opositores al régimen, y así lo hizo. Así quedó demostrado que su intención era dar apoyo total y absoluto al régimen de Damasco

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